Nuestro mundo actual nos lleva a ritmos frenéticos por alcanzar objetivos inmediatos, la industria produce en el mínimo tiempo posible, los 30 segundos máximos para ver algo en las redes, nos sumerge en una dinámica en donde los procesos, el apreciar cada instante, es casi inexistente. Quizás algunas personas consideran que no es necesario permanecer tanto en una escuela de formación de actores, que el casting debe ser inmediato, y el acceder a un representante también es en pocos meses.

Podríamos preguntarnos, ¿será que la constancia, la perseverancia, la rigurosidad no llama a la acción a los jóvenes actores? Hoy en día, como director de mi escuela me siento orgulloso de mis estudiantes que me hacen sentir que se está viviendo una nueva sensación, una generación que vive con pasión esta apuesta de ser profesionales, más no ser famosos únicamente. 

No me distancia que la concordancia sobre el tener otra profesión paralelamente a la interpretación, debe estar presente, para quienes desean vivir con calma y placer el ser actriz/actor. 

El llamado es a ser consciente de saber hacer una lectura de la realidad, y sentir cuando debemos parar, detenernos, y reconocer que no somos borregos arrastrados por los ritmos de un sistema que nos adoctrina para que nos olvidemos de estar presentes en esta existencia, ¡haciendo lo que nos gusta por convicción, con dignidad y con autonomía e identidad propia!